Opositar como un deportista de élite: exigencia sin lesión
- Juan
- 15 jul
- 3 Min. de lectura
Cuando alguien te pregunta si estás opositando, probablemente no imagina la realidad que implica.
No es sólo estudiar. Es someter tu cuerpo y tu mente a un nivel de exigencia que muy pocas personas viven a lo largo de su vida. Y muy pocas entienden.
Lo curioso es que, si tu preparación fuera deportiva, nadie pondría en duda que necesitas acompañamiento físico, psicológico, descanso, alimentación adecuada y estrategia mental.

Y sin embargo, en la oposición, se espera que aguantes. Que lo des todo. Que no pares. Que no flaquees. En cierto sentido, parece un ejercicio de aguante y capacidad en un sentido básico.
Vamos a hacer una comparativa directa: opositar se parece mucho a prepararse como un deportista de élite. Pero con una diferencia importante: en el deporte profesional, el cuidado mental es obligatorio. En las oposiciones, sigue siendo un tabú.
1. Entrenamiento diario: horas, foco y repetición
Un opositor entrena entre 6 y 10 horas al día, durante meses o años. A veces sin saber cuándo competirá. A veces sin saber si podrá repetir la “prueba”.
El deportista entrena su cuerpo. El opositor, su mente. Pero ambos necesitan algo en común: resistencia al cansancio, tolerancia a la frustración, disciplina y recuperación.
Sin embargo, ningún entrenador deportivo exigiría a su atleta entrenar a tope sin descanso activo. Pero tú, como opositor, probablemente lo haces. Y ahí empieza el riesgo de “lesión”.
2. Las lesiones del opositor: no se ven, pero pesan
En el deporte, una lesión muscular obliga a parar. En la oposición, la lesión es más sutil: ansiedad, apatía, insomnio, niebla mental, irritabilidad, tristeza sin causa aparente. Sin embargo, pocos se paran ante esas señales, se naturalizan como algo razonable e incluso inherente al proceso. Una vida estudiando para exámenes finales de la mano del sufrimiento ha afianzado esa creencia: estudiar duele.
Así, aunque la mente va avisando de que algo no va bien, lo ignoras. Quizá resuena un runrún que te dice que esa no es la mejor forma de avanzar, pero el tiempo corre, el objetivo es ingente y parar aumenta la incertidumbre. Opositar se malentiende como el ejercicio cuantitativo en que cada día debe avanzarse según el plan preestablecido sin piedad. Como el inversor novato que piensa que debe ganar siempre, en todo momento, sin realizar ajustes en su inversión.
Esto es lo que en psicología llamamos sobrecarga crónica. La mente empieza a protegerte del exceso, bajando tu rendimiento para obligarte a parar. No es que estés “fallando”: estás protegiéndote como puedes.
3. El entorno: presión y expectativas
Los deportistas de élite suelen contar con un equipo de apoyo: entrenador, nutricionista, psicólogo deportivo, fisioterapeuta.
El opositor muchas veces sólo cuenta consigo mismo, su preparador y quizá su familia. A veces, ni siquiera eso. La soledad es otro gran enemigo. Además, esa incomprensión del entorno que antes comentaba viene a añadir un obstáculo más en el camino. Los amigos, la pareja, incluso la familia, a veces no entienden al 100% lo que implica opositar. Esto hace que la distancia inevitable que se produce con los hábitos sociales anteriores reciba reproches o rechazo, es decir, lo contrario de lo que el opositor necesita.

A lo externo se suma lo interno: tu propia autoexigencia, el miedo a decepcionar, la comparación con otros. Y todo esto se vive en silencio. Porque parece que “hay que poder con todo”.
4. ¿Y si nos tomáramos en serio el cuidado psicológico?
Un deportista no espera a lesionarse para acudir al fisioterapeuta. Lo hace de forma preventiva. ¿Y tú? ¿Esperas al colapso para pedir ayuda?
Trabajar el bienestar psicológico durante la oposición no es un lujo. Es una estrategia. No significa bajar el nivel. Significa sostenerlo con cabeza. Entender tus ritmos, tus límites, tus emociones. Aprender a descansar sin culpa. A aceptar el error sin hundirte. A regular el miedo al examen o al futuro sin que se coma tu presente.
5. Exigencia sí, pero con sostenibilidad. Psicología para opositores
Opositar te exige como un deportista de élite. Pero si te entrenas como tal, también necesitas lo que ellos tienen: estructura, apoyo, descanso y cuidado.
Tú no eres sólo una mente que memoriza. Eres un cuerpo que siente, una historia que arrastras y una persona que está haciendo algo profundamente difícil.
La preparación no sólo ocurre en la mesa de estudio. También ocurre en cómo te hablas, cómo te tratas, y cómo sostienes esta etapa sin romperte por dentro.
Si estás opositando y sientes que ya no puedes más, no significa que estés fallando.
Tal vez significa que has estado aguantando demasiado, solo, durante demasiado tiempo. Puedes solicitar una consulta de valoración. Trabajo desde un enfoque integrador basado en IFS, y procesos de alta exigencia profesional.


