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El Síndrome del Sí Crónico:  complacencia VS asertividad 

  • Juan
  • 11 mar
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 3 may

La complacencia es una conducta que, en su justa medida, puede ser saludable y favorecer las relaciones interpersonales. Sin embargo, cuando se convierte en un automatismo que va en contra de los propios deseos y necesidades, puede derivar en un problema conocido como complacencia patológica o "síndrome del sí crónico", el cual alimenta un patrón pasivo-agresivo en nuestras relaciones. 

complacencia vs asertividad

¿Qué es la complacencia? 

Según la Real Academia Española (RAE), complacencia significa: 

  1. Causar a alguien satisfacción, placer o agrado. 

  2. Acceder a lo que otra persona desea y puede serle útil o agradable. 

  3. Alegrarse y tener satisfacción en algo. 

Si hablamos de la cara que puede resultar dañina de la complacencia, esa con la que nos peleamos, habría que tomar la segunda acepción y, para llevarla a su contexto más patológico, añadir que se hace en perjuicio de lo que desea la persona que accede a aquello. 

 

El camino de la complacencia a la respuesta pasivo-agresiva, según el modelo IFS 

El modelo de Sistemas de la Familia Interna (IFS) describe cómo diferentes partes de nuestra psique pueden contribuir a la complacencia patológica y a respuestas pasivo-agresivas. Una dinámica habitual podría ser la siguiente:  

  1. Surge una situación en la que los derechos personales se ven en peligro. 

  2. Una parte interna teme el conflicto y evita la defensa de los propios intereses. 

  3. No defender los derechos genera malestar. 

  4. Una parte crítica surge y cuestiona la falta de acción. 

  5. Se activa una parte enfadada que reacciona de manera agresiva. 

  6. La agresividad se percibe como un contraataque justificado y conduce a una acción contundente hacia fuera. 

  7. Otra parte interna culpabiliza por haber reaccionado de forma desmesurada y agresiva. 

  8. Como resultado, se refuerza la parte evitativa, perpetuando el ciclo. 


Dado que este proceso genera tensión interna y desgaste emocional, muchas personas terminan evitando por completo los favores o el esfuerzo por los demás, lo que les lleva a sentirse egoístas. 

 

Señales de complacencia patológica 

Algunas conductas que pueden indicar la presencia de complacencia patológica incluyen: 

  • Ayudar a otros acaba generando malestar, pues la sensación agradable es efímera. 

  • Se espera que los demás lo tengan en cuenta o devuelvan el favor. 

  • Hacer esfuerzos o favores influenciado por cómo seremos percibidos. 

  • Hacer balances mentales de lo que se dio y lo que no se recibió. 

  • Sentir culpa al priorizar las propias necesidades. 

  • Sabotearse a uno mismo. 

  • Iniciar humillaciones propias sin darse cuenta. 

  • No recordar las propias necesidades. 

  • Evitar el conflicto incluso cuando se es oprimido. 

  • Perder intencionadamente para no hacer sentir mal a otros. 

  • Sentir que cuando se hace algo bien, no es bien recibido por los demás. 

 

Posibles orígenes de la complacencia patológica 

La tendencia a complacer en exceso puede tener diversas raíces: 

  • Roles de género tradicionales que refuerzan la sumisión. 

  • Creencias inculcadas en la infancia sobre que no ayudar es ser egoísta. 

  • Experiencias previas donde actuar con autonomía resultó en consecuencias negativas. Ejemplo: cuando luché por lo mío, se censuró. 

  • Las figuras de referencia en nuestra crianza usaron la validación externa como mecanismo de control parental. 

  • Asociación entre agradar y recibir amor o evitar conflictos. 

  • Cuando en la infancia disgustábamos a nuestros padres o figuras de referencia, éstos se alejaban de nosotros, lo cual alimenta el actual miedo al abandono si se genera disgusto en los otros. 

  • Cuando alguien se sentía mal, eso me acababa afectando 

  • El agresor (bully) se calmaba cuando le seguía el juego y le reía las gracias  


La complacencia patológica puede generar un ciclo de insatisfacción y frustración interna. Identificar estos patrones y entender la dinámica interna con ayuda del modelo IFS puede ser un primer paso para desarrollar una relación más saludable con uno mismo y con los demás. Aprender a decir "no" y validar las propias necesidades sin culpa es fundamental para alcanzar un equilibrio emocional y relacional. 

Si te identificas con estas dinámicas y quieres profundizar en su comprensión, la terapia basada en el modelo IFS puede ser una herramienta poderosa para encontrar armonía entre tus partes internas y vivir con mayor autenticidad. 

 

 La solución: redescubrir la generosidad 

Cuando eres generoso, das porque quieres, porque te nace, porque disfrutas viendo a los demás bien. No hay agenda oculta. No esperas reconocimiento ni aplausos. Y lo mejor de todo: no te desgasta. Al contrario, te llena. Te sientes en paz contigo mismo porque lo hiciste desde la autenticidad. 


¿Cuál es la diferencia clave entre complacencia y generosidad? 

Si das y te sientes bien, es generosidad. Si das y te sientes agotado, es complacencia. Así de simple. En esos casos, la respuesta es sencilla: no dar. Hablar de un combate complacencia Vs asertividad puede sonar algo fuerte, pero sí, es la realidad y queremos que gane la asertividad, que es la única que da paso a la generosidad.


La generosidad nutre el alma; la complacencia la vacía. La clave está en aprender a dar sin traicionarte a ti mismo. Porque si para hacer felices a los demás tienes que hacerte infeliz a ti… entonces no es generosidad, es autoengaño. 

 

 

 


 
 

Reflexiones, tips, metáforas y demás tecleos esporádicos para exprimir más esto de la terapia

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